sábado, 16 de abril de 2011

El caballero franco visto por los árabes


"Mi señor, soy caballero a la manera de mi raza y mi familia." - Osama Ibn Munqidh.

En un librito de Trebor Cains sobre los caballeros medievales me encuentro un texto de Ibn Munqidh (1095-1198), un sirio que vivió el apogeo de los reinos cruzados de Tierra Santa, a mediados del siglo XII. En su relato transmite lo que probablemente era la perspectiva común de los árabes sobre los invasores francos -es decir, cristianos de Occidente-. Pego algunos fragmentos:
Los francos (¡Alá los maldiga!) no tienen ninguna virtud, excepto la valentía. Sólo los caballeros tienen cierta importancia y superioridad entre ellos. En realidad, ellos son los únicos que cuentan. También están considerados como los árbitros de los consejos, los juicios y las decisiones. (...). Así, una vez que los caballeros han anunciado su decisión, ni el rey ni cualquier otro jefe de los francos puede alterarla o suavizarla, tal es la importancia de los caballeros a sus ojos (...).

¡Alabado sea Alá, creador y autor de todas las cosas! Pues quien conoce a los francos y todo lo que a ellos se refiere no puede menos que glorificar y santificar a Alá el Todopoderoso; pues no son más que animales, superiores en su valentía y en su dedicación a la lucha, pero en nada más, igual que las bestias son superiores en fuerza y agresividad.
Su perspectiva recuerda a la de Heródoto, cuando habla del "loco heroísmo" de los cántabros y, en general, a la de muchos otros relatos de griegos y romanos que describen a los pueblos bárbaros de la periferia mediterránea (celtas, germanos, escitas, etc.); egipcios y mesopotámicos repiten tópicos similares acerca de los libios, semitas y montañeses de los Zagros. Las civilizaciones urbanas, comerciales y con una densidad demográfica elevada tienden a considerar el comportamiento de sus vecinos en términos étnicos ("no son más que animales"), tomando como biológico lo que es puramente cultural, derivado de unas condiciones ecológicas, demográficas y tecnológicas determinadas. En cualquier caso, es interesante notar que, desprovisto de su estética impresionante, el caballero medieval occidental se nos presenta mucho menos brillante de lo que nos transmite la cultura popular europea.

Por otro lado, es destacable la observación de Munqidh acerca del contrapeso de poderes entre el rey y los caballeros, pues esta peculiaridad terminaría dotando al Occidente europeo de instituciones más estables y derechos de propiedad más seguros; condiciones sine qua non del desarrollo económico a largo plazo. En los estados islámicos, las penas y los códigos nos aparecen como más civilizados, pero la ausencia de contrapesos hizo su aplicación mucho más arbitraria: los magistrados urbanos (en especial el qadí, encargado de la justicia) eran designados por el Estado central, las ciudades y los estamentos carecían de representación política, etc.

2 comentarios:

  1. El que todo lo oye17 de abril de 2011, 5:46

    Es normal que para los invadidos el invasor sea visto de esa manera; querian robarles el trabajo y las mujeres, malditos francos!

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  2. Hola, "El que todo lo oye".

    Ciertamente, la invasión debió influir. Pero muchos de los relatos árabes están contrastados por relatos cristianos o por la investigación actual, como los juicios por ordalía, las prácticas de canibalismo durante la Primera Cruzada o la preeminencia de los guerreros en la sociedad de la cristiandad latina.

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