martes, 5 de abril de 2011

El banquete en cuatro sociedades de jefatura


Cuando tenga más tiempo ampliaré el post, pero provisionalmente me gustaría señalar las similitudes entre los banquetes practicados por cuatro sociedades distintas: los griegos de la Edad Oscura, los celtas, los caballeros de la cristiandad latina y los indios de la costa noroeste de Norteamérica. Este registro, aunque breve, muestra cómo los elementos superestructurales tienden a convergir cuando la estructura productiva, ecológica y demográfica es similar.


Caso 1: los griegos de la Edad Oscura (siglo VIII a. C.)

Extraído de S. B. Pomeroy et al., La Antigua Grecia: historia política, social y cultural, p. 84:
Por lo general, un jefe recluta a sus seguidores celebrando un gran banquete, en el que demuestra que es un gran caudillo, y con el que estrecha los lazos existentes entre él y sus seguidores. Por ejemplo, Ulises, fingiéndose un caudillo guerrero originario de Creta, cuenta cómo realizó una incursión de saqueo en Egipto. Tras armar nueve naves, dice que reunió a su séquito, "y en mi casa seis días comiendo estuvieron aquellos mis leales amigos (hétairoi): les daba sin duelo mis reses, que a los dioses sirviesen de ofrenda y festín para ellos. Embarcados, al séptimo día levamos de Creta (Odisea, XIV, 247-252).

Caso 2: los celtas de la Segunda Edad de Hierro (s. IV a. C. - VI d. C.)

Extraído de H. Hubert, Los celtas: forjadores de la Europa moderna, p.496:
Los cambios ceremoniales de regalos tienen tal importancia en estas sociedades que llegan a efectuarse por sí mismos, a constituir de por sí ocasiones de fiesta, creando la puja, el desafío, la ostentación y la competencia entre los individuos y los grupos. Hay que imaginarse a estas sociedades reunidas en invierno, y concentrando en este período su liturgia, empleando una buena parte de la mala estación en el intercambio de festines ostentatorios, preparados con anticipación y en un continuo juego de bolsa que siempre va al alza y en el que ganancias y pérdidas se saldan con valores sociales, consideración, rango, posesión de blasones.


Caso 3: los caballeros de la cristiandad latina (siglos XII-XIII d. C.)



Extraído de Georges Duby, El siglo de los caballeros, pp. 128, 129:
El prestigio de un señor se medía por el número de personas que conseguía reunir a su alrededor y alimentar. (...). Cada comida era una ceremonia, la del buen entendimiento entre todos. Uno de los vasallos de Arnoul hacía de maestro de ceremonias. Como en las casas de los mayores príncipes, desempeñaba el oficio de "senescal". Su papel era, al principio, derramar asgua en las manos de los invitados (porque éstos comían con los dedos). Luego, cortar las viandas traídas de las cocinas. Finalmente, repartir los trozos en anchas rebanadas de pan que servían de platos. Los escuderos llenaban de vino unas pocas copas que los comensales se pasaban de mano en mano. A veces, los juglares alegraban el festín. Para que todos se sintieran felices, Arnoul velaba para que se sirviera el pan más blanco, para que no se escatimase la pimienta ni todas las especias olorosas importadas del lejano Oriente. Quería que los platos fuesen sabrosos. Quería que corriese a raudales el vino de la mejor calidad. Y para que las gentes de su casa le sirvieran de buena gana, para que los visitantes recordasen durante mucho tiempo su acogida y difundiesen por todas partes la fama de su largueza, enviaba a comprar a las ferias los hermosos paños que se tejían en las ciudades de Flandes y de Artois, y los ofrecía como regalo a sus amigos con el fin de que la alegría estuviera siempre presente en torno a su persona.

Caso 4: los indios de la costa noroeste de Norteamérica (siglo XIX d. C.)



Extraído de A. W. Johnson y T. Earle, La evolución de las sociedades humanas, p. 222:
Los grandes hombres (jefes) son los promotores de las grandes ceremonias interregionales como el potlatch. Infinidad de sucesos pueden justificar las ceremonias, entre ellos los numerosos eventos del ciclo vital de la familia de un gran hombre: nacimientos, ceremonias de nombramiento, etc. Sin embargo, lo que determina si una ceremonia se celebra o no es el monto de riqueza que un gran hombre ha acumulado. Éste la organizará sólo si tiene una amplia riqueza, puesto que otros grandes hombres no tardarán en ridiculizarlo si su festín no es lo bastante suntuoso. Un objetivo primario es el de hacer público el éxito del grupo y, de este modo, atraer la mano de obra [N: también guerreros] que el gran hombre necesita para explotar los recursos e incrementar la riqueza que tiene a su disposición. (...) son ocasiones para que los grandes hombres compitan por el prestigio, regalando riqueza e incluso destruyéndola. La envidia y la humillación forman parte del festín.

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