domingo, 5 de diciembre de 2010

El capitalismo como orden espontáneo: una breve reflexión

"El capitalismo, distinto de la economía de mercado, que es, para mí, testimonio esencial de mi larga investigación." - Fernand Braudel.

Los economistas suelen hablar del mercado como un "orden espontáneo" generado por la acción individual y descentralizada de millones de individuos que intercambian bienes y servicios (compran, venden, producen, etc.) sin necesidad de un órgano de planificación. Si prescindimos de las connotaciones "voluntaristas" del término (un mercado implica cooperación pacífica y voluntaria), podríamos extenderlo para explicar la aparición de otras instituciones no económicas, tal y como hicimos en El individualismo metodológico.

El capitalismo forma parte de esta última categoría. Renunciando por el momento a establecer una definición precisa, podríamos decir que se trata del sistema social (los marxistas dirían "modo de producción") donde: 1) una parte significativa de la producción se dedica al intercambio, lo que supone cierto desarrollo las actividades comerciales y bancarias; 2) las relaciones de producción están marcadas por el trabajo asalariado, y por tanto existe un porcentaje significativo de individuos desprovistos de bienes de capital; y 3) el factor dominante es el capital, lo que confiere mayor peso político a sus propietarios, relativamente concentrados.

Marx (y tras él, Wallenstein) creía que su origen había que buscarlo en el siglo XVI; Braudel lo retrotraía al siglo XIII, época del imperio veneciano. En cualquier caso, creo que el capitalismo debería estudiarse a la luz del historiador antes que del economista: es el resultado de la interacción de diferentes grupos que, tratando de perpetuar o extender sus prerrogativas, dieron lugar a un orden social no previsto por ellos mismos. Sería interesante investigar cómo los monarcas medievales y modernos concedían privilegios a sus ciudades, gremios o comerciantes a cambio de subsidios; cómo Inglaterra elevó los aranceles a la exportación de lanas para financiar la Guerra de los Cien años; cómo se expropió a los monasterios y comunales para engrosar el fisco; o cómo los prestamistas e intermediarios obtenían privilegios a cambio de sus servicios (los genoveses de España, los venecianos de Bizancio y el Imperio turco, los lyoneses de Francia, etc.).

Este proceso ("de tiempo largo", como diría Braudel) supera el ámbito económico: implica intercambios políticos entre diversos grupos, donde unos obtienen obediencia a cambio de promoción social, beneficios a largo plazo a cambio de subsidios a corto plazo, etc. El resultado final es la aparición de nuevas relaciones de producción, nuevos Estados (los Estados-nación) y nuevas formas de pensamiento; es decir, el capitalismo en toda su extensión.

En este pequeño espacio es difícil hacer un análisis riguroso -mis conocimientos tampoco me lo permitirían-, pero sería deseable olvidar aquellas perspectivas tradicionales que, desde el marxismo o el liberalismo, contemplan el capitalismo como el producto de la lucha de clases o del "orden espontáneo" del mercado, respectivamente.

2 comentarios:

  1. Saludos Víctor!

    Así, a modo de continuar la reflexión: ¿hasta dónde sería prudente, según tu opinión, hacer énfasis en el uso de la coerción como uno de los procesos (históricos) determinates del predominio del capitalismo como sistema social?

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  2. Hola Laborradura, perdona la tardanza; te respondí hace ya varios días, pero por alguna razón no se ha publicado...

    Tu pregunta es tan buena como difícil de responder ;). No sé hasta qué punto se puede cuantificar el papel de la coerción en la aparición del capitalismo (en algunos puntos sí puede hacerse, pero de otros carecemos de datos o se trata de cuestiones poco mesurables), pero en cualquier caso me parece interesante integrar ese factor en una explicación global y "de tiempo largo".

    El clima o el progreso tecnológico, al aumentar el excedente agrícola y la densidad de población, son factores que históricamente han promovido algunos rasgos asociados al capitalismo, como el desarrollo de los intercambios, la intermediación comercial o la banca. Pero sin un proceso de intercambio político de largo alcance (donde intervienen el Estado y distintos grupos sociales, a veces contrapuestos) veo difícil entender la esencial del asunto: el divorcio entre trabajo y capital, la generalización del trabajo asalariado, la aparición de los Estados-nación, etc.

    Las perspectivas demasiado economicistas (marxistas y liberales) tienden a obviar estas cuestiones, más los segundos que los primeros.

    Un saludo.

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